Quienes experimentan problemas cognitivos o síntomas de la enfermedad de Alzheimer quieren saber si existe algún modo de diagnosticar, tratar y controlar o curar esta afección con precisión. 

Alrededor de los 70 años, dos tercios de los estadounidenses experimentan algún nivel de deterioro cognitivo, y casi 7 millones de estadounidenses mayores de 65 años padecen la enfermedad de Alzheimer (EA). Si no se realizan intervenciones eficaces, en 2050 la cifra podría alcanzar los 13 millones, y el costo del tratamiento y los cuidados a largo plazo podría ascender a casi un billón de dólares anuales.

Marcadores tempranos de la enfermedad de Alzheimer

Se está avanzando mucho en la identificación de las personas con riesgo de padecer EA antes de que aparezcan los síntomas. Existe un análisis de sangre reciente que puede identificar con precisión a las personas que dan positivo en amiloide antes de que presenten síntomas. Otro avance interesante del Centro para la Longevidad Vital (CVL) de la Universidad de Texas en Dallas ha descubierto que los primeros signos de desarrollo de la EA incluyen cambios en los circuitos cerebrales relacionados con el procesamiento sensorial y motor, y son marcadores confiables de la presencia o no de amiloide y proteínas tau y ovillos. 

Placas beta amiloides

Existen medicamentos aprobados que, según se afirma, reducen el deterioro cognitivo asociado a la EA en fase inicial al adherirse a la beta amiloide y eliminarla. Y hay otros medicamentos que tratan los síntomas de la EA, como el insomnio y la agitación. Sin embargo, ninguno de ellos es eficaz para todos los pacientes; pueden tener efectos secundarios difíciles, y no detienen por completo la progresión ni curan la enfermedad.

Por lo tanto, mientras continúan las investigaciones científicas, ¿en qué situación se encuentran las personas que padecen problemas cognitivos leves, EA en fase inicial o incluso en fases más avanzadas de la enfermedad? Al frente de la situación.

Cambios en el estilo de vida

Las elecciones de estilo de vida tienen un profundo efecto en el desarrollo y la progresión de la EA. A mi madre, que le diagnosticaron Alzheimer en 2019, le ha progresado mucho más despacio de lo normal porque es muy consciente de limitar los carbohidratos y hacer actividad física a diario.

Preste atención a su dieta

En un estudio realizado por el Instituto de Neurociencias del Pacífico (PNI) se analizaron los beneficios de seguir una dieta con bajo contenido de carbohidratos sobre la cognición en personas con EA y ovillos amiloides. Se descubrió que restringir los carbohidratos a 130 gramos o menos al día (algo que hace la dieta MIND) reduce los niveles de insulina y azúcar en la sangre, lo que ayuda a prevenir la resistencia a la insulina y permite que el organismo elimine la acumulación de amiloide que podría contribuir a la EA. 

Los investigadores defienden la dieta MIND, que combina las dietas DASH y mediterránea. En un estudio de nueve años de duración sobre la dieta MIND se descubrió que quienes se ceñían más a sus recomendaciones experimentaban un deterioro cognitivo notablemente menor que quienes prestaban menos atención a su dieta. Por lo tanto, opte por:

  • Ácidos grasos omega 3 antiinflamatorios y beneficiosos para el cerebro, procedentes de pescados como el salmón y suplementos de aceite de pescado o de aceite de algas
  • Seis porciones de verduras de hoja verde que aporten vitamina K1luteínafolato, α-tocoferol (una forma de vitamina E) y kaempferol, que se encuentra en las bayas de saúco. Y consuma a diario otra verdura, como el brócoli y la coliflor, que contiene vitamina C y flavonoides, así como glucosinolatos. Estos se convierten en una sustancia química (isotiocianatos) que puede reducir el riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas.
  • Frutos del bosque frescos con muchos antioxidantes, frutos secos y semillas que estimulan el cerebro, aguacates y café. 

Esfuerzo físico

Según la Alzheimer's Society, en un análisis de 16 estudios sobre el ejercicio y la demencia se descubrió que entre 20 y 30 minutos de ejercicio aeróbico de tres a cinco días a la semana reducen en un 45 % el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. Se cree que los beneficios proceden de un mayor flujo sanguíneo, un aumento del tamaño del hipocampo cerebral (el centro de las emociones y la memoria) y mejoras en la capacidad del cerebro para formar nuevas neuronas y reforzar la comunicación entre ellas.

Ommm...

También se ha un gran avance en la comprensión del impacto del estrés de la mediana edad en el desarrollo de la EA. Según un nuevo estudio publicado en la revista Annals of Neurology, el estrés de la mediana edad, como la muerte de un ser querido, la pérdida del trabajo o los problemas económicos, está estrechamente relacionado con niveles más elevados de proteínas amiloides y un mayor riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer. Es interesante señalar que, en los hombres, el impacto del estrés provocó una mayor acumulación de amiloide, y en las mujeres, un aumento de la atrofia cerebral, es decir, de la pérdida de neuronas y de conexiones entre neuronas en el cerebro. Lo más inteligente es practicar la meditación consciente y desestresante, la respiración profunda, el yoga o el taichí.

¡Eso es usar y proteger el cerebro!

Referencias: 

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