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Por Dr. Eric Madrid, doctor en medicina
Los seres humanos se ven expuestos a las toxinas todos los días. Las toxinas son sustancias químicas que, por lo general, son ajenas al cuerpo y que pueden causar daño a las células, órganos y a la salud general cuando están presentes en cantidades intolerables. Pueden provenir del aire que respiramos y del agua que bebemos. También pueden estar presentes en los alimentos que consumimos.
De acuerdo con un estudio del año 2017, "La contaminación continua por metales pesados representa una gran amenaza para todas las formas de vida en el ambiente debido a sus efectos tóxicos". A lo largo de los últimos 100 años, estos metales pesados y otras sustancias químicas nocivas han sido usadas industrialmente y de alguna manera han logrado entrar a nuestras vidas diarias. Una vez que son ingeridas, estas sustancias se acumulan en nuestro cuerpo, donde pueden ocasionar problemas de salud a corto y largo plazo.
Existen otras toxinas más conocidas, como el azúcar y la cafeína, que también debemos considerar. Como Paracelso, el padre de la toxicología moderna nos enseñó, "la dosis hace el veneno". Esto quiere decir que incluso las sustancias que se consumen habitualmente pueden tener efectos tóxicos si se usan en exceso.
Entre las potenciales toxinas se encuentran las siguientes:
El alcohol es una de las toxinas más consumidas. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, más de 3 millones de personas mueren cada año en todo el mundo por los efectos del alcohol. Esto equivale a una de cada veinte muertes anuales en todo el mundo. El alcohol se absorbe rápidamente en el torrente sanguíneo y en el estómago, y actúa como depresor del sistema nervioso central. Nuestro hígado es el principal órgano encargado de descomponer cerca del 90 por ciento del alcohol consumido. El resto será eliminado del cuerpo a través de la orina, el sudor e incluso la respiración. El uso excesivo de alcohol puede ocasionar hígado graso, lo que incrementa la probabilidad de desarrollar cirrosis hepática.
Entre las fuentes comunes de cafeína están el café, el té y las bebidas gaseosas. Para la mayoría de las personas, una o dos tazas de café no representan un problema e incluso pueden ser beneficiosas. Sin embargo, otras podrían tener una variación genética que hace que tengan dificultad para metabolizar la cafeína. Para estas personas, incluso el consumo de bajo contenido de cafeína podría ocasionar ansiedad, trastornos del sueño y algunas veces ritmo cardíaco acelerado. Es importante que conozca sus límites.
El azúcar es una de las sustancias adictivas más consumidas en el mundo. Antes del siglo 17, el azúcar era muy poco consumido, y cuando se usaba, era un gusto esporádico para los adinerados. La ingesta excesiva de azúcar y carbohidratos simples (que pueden ser descompuestos en azúcar) incrementa el riesgo de desarrollar diabetes, cardiopatías, apoplejías, colesterol alto, gota e incluso enfermedad de Alzheimer. Si bien el consumo moderado de azúcar puede ser seguro, existen alternativas entre las que están la estevia, el fruto del monje, el erittriol y el xilitol.
La ingesta de nicotina ocurre principalmente a través de los cigarrillos y los dispositivos electrónicos que permiten inhalar vapor. El consumo de tabaco es una de las actividades que más generan adicción y, lamentablemente, muchos cigarrillos contienen sustancias químicas tóxicas como arsénico y cadmio, otro metal pesado. El consumo de cigarrillos incrementa considerablemente la probabilidad de morir aproximadamente 10 años antes y de sufrir infartos, apoplejías y cáncer de pulmón y de hígado.
Muchos alimentos procesados contienen sustancias químicas que son agregadas para ayudar a mejorar el sabor y la vida útil general. Sin embargo, muchos de estos ingredientes son ajenos al cuerpo humano y es probable que nos afecten de maneras que recién estamos empezando a conocer. Una estrategia inteligente es consumir los alimentos en su estado natural y evitar los alimentos procesados que contienen ingredientes químicos. Las versiones orgánicas de alimentos como frutas, vegetales, nueces y semillas, junto con carnes de res y de aves de corral sin hormonas, son mejores alternativas siempre que sea posible.
Un fármaco recetado es realmente una toxina que los médicos han aprendido a utilizar terapéuticamente cuando se administran en pequeñas cantidades. Por ejemplo, un medicamento para la presión arterial en una dosis demasiado alta puede ocasionar que esta disminuya hasta un nivel peligrosamente bajo, pero una pequeña cantidad disminuirá la presión arterial lo suficiente como para ser beneficioso y reducir el riesgo de infartos. Consumir una dieta saludable y tener un estilo de vida activo en muchos casos puede ayudar a reducir la necesidad de usar medicamentos. Sin embargo, muchas veces los medicamentos son esenciales, y el cuerpo tiene mecanismos, principalmente ejecutados por el hígado, para ayudar a eliminar las toxinas del organismo.
Una de las principales maneras de garantizar que el cuerpo humano mantenga su capacidad de eliminar las sustancias químicas tóxicas es consumir una dieta adecuada. Las frutas y vegetales frescos brindan una variedad de nutrientes y antioxidantes necesarios para reparar las células dañadas.
Una dieta rica en frutas y vegetales frescos nos brinda los nutrientes y antioxidantes necesarios para ayudar a la organismo a eliminar las sustancias químicas tóxicas. Los antioxidantes también pueden ayudar al cuerpo a reparar las células que podrían haber resultado dañadas accidentalmente a lo largo del proceso.
Lo ideal sería comprar o cultivar alimentos que contengan muy pocos o nada de pesticidas. El consumo de pesticidas puede generar una carga tóxica adicional sobre el organismo e inhibir su capacidad de eliminar las sustancias químicas nocivas.
Los vegetales como el repollo, la espinaca, los tomates y la lechuga son ricos en importantes vitaminas y minerales necesarios para la desintoxicación.
Los siguientes alimentos pueden ser útiles para ayudar al cuerpo a realizar la desintoxicación:
Otras vitaminas y minerales que ayudan a desintoxicar el organismo incluyen a la vitamina A, la vitamina C, la vitamina D y la vitamina E, junto con el magnesio, el calcio, el potasio, y los ácidos grasos omega 3.
El ayuno es una excelente manera de eliminar las toxinas del cuerpo. Algunas personas ayunarán de 24 a 72 horas y solo consumirán agua durante ese lapso. Esto permite que el cuerpo se enfoque en la eliminación de los productos residuales. Durante este período, el cuerpo podría entrar en cetosis, haciendo que se produzca el fenómeno de la autofagia ("comerse a sí mismo"). La autofagia es el proceso en el que el cuerpo destruye las "células enfermas y dañadas", y recicla las moléculas útiles para la nueva regeneración celular.
Asimismo, el ayuno a base de jugos o el ayuno intermitente son estrategias populares elegidas para la desintoxicación del organismo. Una ingesta más que adecuada de vitaminas, minerales y antioxidantes ayuda a reforzar lo que los médicos llaman las vías de desintoxicación hepática de fase 1 y fase 2.
La bentonita por lo general se aplica de forma tópica sobre la piel para ayudar a eliminar las toxinas y metales pesados. También se cree que aplicarla de forma tópica sobre las heridas podría ayudar a prevenir y tratar las infecciones. Usar según lo indicado en la etiqueta.
Muchos profesionales de la salud consideran que los siguientes suplementos son útiles para limpiar el cuerpo de toxinas:
Habitualmente usado en las salas de emergencia de todo el mundo como un antídoto para la ingestión de cantidades tóxicas de drogas ilegales o fármacos recetados, el carbón se administra en un intento por reducir al mínimo las toxinas que son absorbidas en el intestino. En teoría, este también podría ser útil para evitar que las toxinas sean absorbidas a través de la dieta. Está disponible en forma de comprimidos y polvo.
Es una planta común con flores originaria de Eurasia y Norteamérica. Además, este altamente nutritivo diente de león es rico en vitaminas A, C y K. El diente de león tiene propiedades antiinflamatorias y antioxidantes, y también es una buena fuente de fibra además de contener calcio, hierro y magnesio. Asimismo, es un diurético natural que ayuda a eliminar el exceso de fluido que podría ser retenido por el cuerpo.
Un estudio del año 2014 publicado en la revista International Journal of Food Sciences and Nutrition, mostró que el diente de león podía ayudar a facilitar el crecimiento de lactobacilos y bifidobacterias, ambas bacterias beneficiosas para la salud intestinal. El diente de león puede ser consumido como alimento, suplemento, tintura o té herbario.
El té verde es una de las bebidas más consumidas en el mundo, solo por detrás del agua y el café. Se cree que posee efectos antioxidantes que pueden ayudar a proteger el organismo del daño oxidativo causado por los radicales libres. El principal componente bioactivo en el té verde es la catequina, también conocida como epigalocatequina-3-galata (EGCG).
Un estudio aleatorizado de tipo doble ciego y controlado por placebo realizado en el año 2016, mostró que los hombres y mujeres con esteatosis hepática no alcohólica experimentaron una reducción en la inflamación del hígado en comparación con aquellos a los que se les administro el placebo. Los investigadores concluyeron que los suplementos de té verde podían ayudar a aquellas personas que padecen de una enfermedad hepática grasa. Es muy importante tener un hígado funcional y saludable para eliminar las toxinas del cuerpo.
También se puede considerar beber dos o tres tazas de té verde por día para optimizar la salud. Caso contrario, un suplemento de té verde también podría ser beneficioso.
Los probióticos son bacterias beneficiosas y, en algunos casos, cepas de levadura beneficiosas. Las toxinas ingresan al organismo cuando son ingeridas a través del intestino. Aquellas personas con problemas intestinales, como síndrome de colon irritable, diarrea crónica e hinchazón, por lo general tienen una enfermedad llamada intestino poroso, lo que causa problemas de absorción. Una barrera intestinal deficiente provoca una mayor absorción de toxinas y metales pesados, si están presentes. Podemos optimizar nuestra salud intestinal consumiendo alimentos saludables y tomando probióticos y prebióticos.
Se estima que el ser humano promedio tiene cerca de 10 billones de "células humanas", pero también tenemos alrededor de 100 billones de bacterias beneficiosas y, algunas veces, no tan beneficiosas. Esto quiere decir que tenemos cerca de 10 veces más células bacterianas y de levadura dentro y sobre el cuerpo humano que el total de células humanas.
La mayoría de estas bacterias beneficiosas está en los intestinos mientras que otros billones se encuentran en las vías respiratorias, el tracto genital y sobre nuestra piel, donde desempeñan una importante función protectora. Estas bacterias ayudan a brindar protección y también desempeñan importantes procesos metabólicos.
Entre las cepas comunes están los lactobacilos, las bifidobacterias, el acidophilus y la levadura beneficiosa saccharomyces boulardii. Dosis sugerida: según lo indicado en la etiqueta.
La cáscara de psilio proviene de la planta plantago ovata. La cáscara ha sido usada en la medicina tradicional en áreas de India y China por más de mil años. Es un suplemento común usado para ayudar a reducir el nivel alto de colesterol y aliviar el estreñimiento crónico. El uso regular ayuda a eliminar las toxinas del intestino que se acumulan cuando la persona no defeca con regularidad. Está disponible como suplemento y en forma de polvo.
La N-acetilcisteína puede ser muy útil para evitar el daño oxidativo excesivo al hígado. En mi opinión, las personas que beben alcohol con regularidad o que a menudo toman medicamentos recetados o de venta libre, como el Paracetamol (Acetaminofén, Tylenol), deberían considerar utilizar este suplemento diario.
De acuerdo con un estudio del año 2014 publicado en la revista British Journal of Nutrition, la NAC podría ayudar a proteger el hígado contra el daño oxidativo. Un estudio del año 2016 publicado en la revista Pharmaceutical Biology, también mostró que la NAC podía ayudar a prevenir la inflamación y beneficiar a aquellos con hígado graso, una afección común en las personas que consumen cantidades excesivas de alcohol, azúcar, carbohidratos simples y comidas rápidas.
El cardo lechoso, cuyo ingrediente activo es la silibinina, ha sido usado por siglos para promover la salud del hígado. Un estudio del año 2013 reportó que el cardo lechoso podía ayudar a proteger el hígado contra las toxinas y la inflamación. Este puede ser tomado solo o junto con un suplemento de NAC. Dosis sugerida: según lo indicado en la etiqueta.
Muchos consideran a la espirulina como un superalimento. Esta pertecene a la familia de las algas verdeazuladas y es un suplemento nutricional de fácil digestión que puede ser tomado en forma de píldora o polvo. La espirulina proviene de un tipo de bacteria llamada cianobacteria.
La espirulina puede ayudar a desintoxicar el organismo de los metales pesados. El arsénico, que está asociado con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades neurológicas y diabetes, puede ser eliminado del organismo usando las propiedades para la salud de la espirulina de acuerdo con un estudio realizado en India, donde el suministro de agua tiene altos niveles de arsénico.
La cúrcuma, también conocida como curcuma longa o azafrán de la India, es una planta con raíz de la familia de los jengibres que a menudo es consumida por sus propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y para la salud digestiva. Se cree que la curcumina, la principal molécula en la cúrcuma, brinda muchos beneficios para la salud. Si bien muchas personas han usado la cúrcuma como especia para mejorar sus comidas a lo largo de los últimos 4000 años, esta también ha tenido un papel preponderante en la medicina y los tratamientos antienvejecimiento.
La cúrcuma puede ayudar a evitar la oxidación celular, considerada por muchos como la causa principal del proceso de envejecimiento, de acuerdo con un informe del año 2016 publicado en la revista Diseases. Un estudio del año 2017 publicado en la revista Neural Regeneration
Research mostró que la cúrcuma también ayuda a proteger las conexiones nerviosas en el cerebro frente a la inflamación y al daño oxidativo, ambas afecciones comunes luego de estar expuesto a toxinas. Dosis sugerida: de 500 a 2000 mg por día si se toma como suplemento o la cantidad deseada si se agrega como especia a las comidas.
Referencias:
